De todas las maneras soñadas de ganar un ascenso, posiblemente la de Ituzaingó esté a la cabeza, es decir por penales luego de remontar una serie imposible en tiempo agregado, y ante un rival con pica. Pero para llegar a esto hubo un largo camino que el León supo recorrer. La apuesta de la llegada de Matías De Cicco sorprendió, pero el conocido psiquiatra armó un cuerpo técnico de elite y demostró que había aprendido de sus malas experiencias. El equipo fue una trituradora física, levantó partidos imposibles de entrada como un 0-3 ante Claypole o un 0-1 ante Pilar, y se colocó puntero promediando el Apertura. Ahí le cayó una pésima racha sin ganar y convertir, primer desafío que tuvo que resolver. Para el Clausura, empezó igual de arrollador, pero esta vez el dilema fue Berazategui, que se lo ganó por diferencia de goles. Se tuvo que mentalizar rápido en hacer el camino largo y ahí se llevó todo, no sin antes pasar por el 0-2 de la ida y empatar hasta los 80` de la revancha. Por vocación ofensiva, por espíritu, por un medio que salió de memoria y el presente en lo social, ascenso merecido.