Lo que no pudo el descenso ni la vergonzosa asamblea de socios allá por junio de 2013, lo terminó logrando el pésimo andar del Rojo en lo que va de este año. Javier Cantero ya no es más el presidente de un Independiente que vive el peor momento de su historia y, lo que es peor, sin grandes esperanzas de poder salir.

La primera pregunta que surge es ¿qué le suma a Independiente, en este momento, la renuncia de Cantero? El ex presidente cometió muchos errores en la contratación de técnicos (nobleza obliga, uno de ellos era el aclamado por toda la gente) y en la conformación de planteles (nobleza obliga también, muchos refuerzos eran los pedidos por los hinchas), pero está claro que no es él quien entra a la cancha ni quien gana o pierde los partidos. Muchos menos dentro de un plantel que cerró el 2013 con una gran levantada futbolística (sobre todo en cuanto a resultados) pero abrió un 2014 plagado de papelones, hasta esta durísima derrota en Junín que lo tiene aún en puestos de ascenso, pero compartiendo ubicación con Instituto y con una parva de equipos pisánsole los talones. Entonces, Cantero descomprime la situación institucional con su renuncia, ¿y la futbolística?

Resta saber quien ocupará su cargo ahora, pero mucho más grande es la incógnita acerca de cual será el derrotero de Independiente de acá al final del campeonato. Sin respuestas futbolísticas ni anímicas, dejó escapar un tranquilizador colchón de puntos que lo separaba del resto. Habiéndose achicado la tabla, con un presente que lo tiene arrastrándose por cuanta cancha se presenta, con los rivales que salen a jugar el partido de su vida, aunque tengan o no aspiraciones de ascender y, de yapa, sin presidente, el futuro de Independiente es tan incierto como el presente. Y eso, en el momento de entrar en la recta final del torneo, puede ser letal.

Con la renuncia de Cantero, ¿ganó o perdió Independiente?