La espera es eterna una vez más
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La espera es eterna una vez más

Independiente no le pudo ganar a Patronato, y ahora deberá definir en un mano a mano contra Hurácan, y en La Plata, quien los dos se queda con el último ascenso a la Primera A. (Foto: Télam)

Por Luciano Ríos Álvarez Quintana

LA CLAVE: 
La atención de los arqueros, tanto de Sebastián Bertoli como Diego Rodríguez, en más oportunidades, fueron los encargados de que el partido terminara sin goles.

QUE HICIERON
INDEPENDIENTE: No supo como entrarle a Patronato, un equipo que le jugó de igual a igual. Los dos mejores jugadores del Rojo en los últimos partidos, Federico Insúa y Matías Pisano, no aparecieron y los de De Felippe lo sintieron. No pudieron romper líneas y mostrar su bien pie. El único que pudo hacer algo diferente fue Federico Mancuello que cuando se tiró a la izquierda desequilibró y llegó hasta el fondo. El Rojo había encontrado la fórmula, pero el DT lo sacó -¿por lesión?- y el equipo lo sintió. Generó pocas chances, las tres que tuvo fueron sin grandes jugadas: la primera Pisano desde afuera del área, bien controlada por el "1" Rojinegro; a falta de un minuto, Penco ganó de cabeza y Bertoli tapó arriba mandando la bocha al córner. La última la tuvo Pizzini, centro desde la izquierda que casi se le mete al golero de Patronato. Le temblaron las piernas, los nervios le jugaron una mala pasada, fue una pobre actuación para un equipo que quiere volver a Primera. Deberá cambiar el chip si quiere quedarse con la gran final.

PATRONATO: Ya sin nada que perder, se vio a un equipo suelto y tranquilo, que fue superior. Apretó a un equipo que estuvo asustado, que jugó con demasiada presión y eso lo
 ayudó para ser un claro dominador. No sufrió en ningún pasaje del partido, tuvo en Roberto Brum la recuperación, y en Leonardo Acosta y en el Pipi García en la generación. Contó con varias chances claras, pero el Ruso se vistió de héroe y salvó al Independiente. En el segundo tiempo, con el local volcado en ataque, comenzó a jugar de contra. Tuvo varias, con más jugadores que el rival, pero no supo aprovecharlas. Mereció más y dejó al Rojo al borde de quedarse seis meses más en el Nacional B.

EL PANTALLAZO
Avellaneda estaba vestida de Rojo, la gente copaba las calles y llegaba con una gran ilusión, ya que el ascenso estaba a la vuelta de la esquina. Unas 42.000 personas se acercaron al Libertadores de América para presenciar lo que podía ser la vuelta de Independiente a la Primera División. 
Complicado el ingreso, mala organización en los ingresos, mucha gente sin entradas, pero en ningún momento se sobrepasó y fue bien controlado por la policía.
Mucho color en las tribunas, todas con globos rojos y blancos y lleno de bengalas que decoraron un marco increíble. Todo era una fiesta, los hinchas cantaban desde 30 minutos antes de empezar el partido. El recibimiento fue emotivo, la gente pidiendo que dejen todo y los jugadores abrazándose, parecía ser el día, todo indicaba eso. Arrancó el partido el equipo estaba contagiando a la gente, pero llegados los 15 minutos no había goles y desde la Popular Sur, la barra comenzó a entonar el conocido '"Movete Rojo movete", tapado rápidamente por los hinchas. El baldazo de agua fría llegaba a los 30 minutos, de repente se sintió un silencio difícil de explicar, no había insultos, no había cantos, no había nada, sólo gente quieta. Es que había llegado el gol de Huracán, lo que complicaba las cosas, porqu
e Independiente no generaba y lo atacaban. Esto se mantuvo hasta que llegó el entretiempo. Los jugadores se fueron silbados e insultados, el enojo de la gente era enorme. En el segundo tiempo el equipo entró con un murmullo apabullante. Podía haber enojos, pero nunca un insulto generalizado. La gente intentó levantar al equipo con cantos incesantes, pero a los 32 minutos llegó el estallido cuando Mancuello, el mejor del equipo, salió reemplazado. Ahí afloraron los insultos para De Felippe. A los 45 minutos pasó algo insólito, el Libertadores explotaba al grito de 'Gooooooooool', desahogo llantos, risas, abrazos, felicidad, que duró solamente unos minutos: el gol de Almirante Brown había sido anulado. No lo creían, la bronca y el enojo explotó cuando llegó el final del partido, desde la platea volaban zapatillas, butacas, botellas y piedras. La impotencia era mucha, otros simplemente se quedaron en su lugar mirando al cielo como encontrando una explicación, y mojando sus caras con lágrimas. Cuando la gente se retiraba, el pensamiento en todos era el mismo: "Nos quedamos seis meses más". La gente se retiró  sin problemas, aunque con el ambiente envuelto en angustias.

INDEPENDIENTE 0: Rodríguez (8); Vallés (3), Tula (6)A, Ojeda (4), Morel Rodríguez (6); Bellocq (5), Pisano (4), Insúa (5) (65' Pizzini) Mancuello (6) (77' Parra); Montenegro (4) (81' Ortíz) y Penco (6). DT: Omar De Felippe. Suplentes: Fabián Assmann, Jorge Figal, Martín Zapata y Marcelo Vidal.
PATRONATO 0: 
Bertoli (6); Germiniani (4)A, Andrade (4)A, Boggino (6), Ferracuti (4); Gúzman (7) (78' Rodriguez), Brum (5)A, Marquez (5)A, García (6) (85' Goméz); Acosta (5) (66' Comas) y Carignano (4). DT: Sergio Lippi. Suplentes: Agustín Bossio, Marcos Minetti, Gabriel Graciani y Jonathan Lopéz.

Jugado el 8 de junio
Goles: No hubo.
Cancha: Independiente (regular)
Árbitro: Vigliano (3)
Público: 42.000
Resultado Moral: Independiente 0 - Patronato 1