Si bien había expectativas por la campaña de Morón, algunos coletazos de un presente difícil desde lo dirigencial salpicaron de entrada. Volvió un ídolo (Román Martínez), pero duró pocas fechas porque no le cumplían un punto de su contrato. Walter Otta, el DT que le dio los logros más importantes al Gallo, léase ascenso, participaciones en copa Argentina y demás, dio el portazo sin que la campaña fuese tan mala y cuando tenía espaldas para revertirlo. Se eligió a un hombre de la casa (el ¨cabezón¨ Méndez), pero nunca le encontró la vuelta, en el medio renunció su cuestionado presidente (mientras el club recibía fallos arbitrales en contra con gusto a pasada de factura, y a partir de ese momento los arbitrajes quizás fueron más ¨cordiales¨ como ante Olimpo), Juan Pablo Pumpido vino a asumir y se fue por lo mismo que Román, y todos estos dislates se acabaron con Alejandro Migliardi y Sebastián Sibelli sentados en el banco y salvando al equipo en un tremendo sprint.