LA CLAVE: El manojo de nervios que fue Belgrano al entender que Barracas Central podía ser beneficiado. Tanto las expulsiones como el gol fueron legítimos.

BELGRANO: Aunque empezó bien y generó situaciones de gol para abrir la cuenta en la etapa inicial, le faltó puntería. Pablo Vegetti fue una amenaza constante en el área y en sus inmediaciones, mientras que Leonardo Sequeira y Nahuel Luján causaron peligro por derecha e izquierda, respectivamente. Sin embargo, el Pirata jugó mentalmente condicionado por su técnico, Ricardo Caruso Lombardi, quien consideró que el árbitro Nelson Sosa podía perjudicarlo. Y si bien es cierto que el árbitro no se equivocó nunca en desmedro del local, salvo por una mano omitida, la realidad es que Joaquín Novillo fue expulsado por una doble amarilla justificada. Para colmo, Franco Negri se excedió verbalmente en sus protestas y también vio la roja. Semejante situación provocó que el partido se desvirtuara y facilitara el trámite para Barracas Central, cuyo gol fue en posición lícita. Las decisiones del juez no influyeron en el resultado porque fueron correctas, pero también es cierto que habló demasiado y debería haber tenido un perfil bajo ante un escenario tan caldeado que ameritaba sumo cuidado.

ESCÁNDALO ABSOLUTO: Preocupado por la designación de Nelson Sosa como árbitro, Ricardo Caruso Lombardi calentó la antesala del partido durante los días previos. Y entre las provocaciones desde la platea más los fallos del juez, el técnico de Belgrano comenzó a quejarse con mucha frecuencia en el segundo tiempo. "Déjense de romper los huevos", "Es vergonzoso", "No saques ninguna tarjeta para ellos" y "Estas cosas se saben y nadie dice nada", fueron algunas de las quejas del DT. Amonestado desde los 26 del complemento, vio la roja segundos antes que Barracas Central marcara el gol. Ahí estalló de bronca y entró al campo de juego para encarar a Sosa mientras sus jugadores reclamaban, porque pensaban que el tanto había sido en offside. Una vez terminado el partido después de jugar un minuto más, comenzó el escándalo mayor: tumultos, peleas, discusiones, insultos y la locura de César Rigamonti. El arquero del conjunto cordobés salió disparado hacia la manga. Hubo distintos focos problemáticos, un cara a cara de Caruso con el árbitro, auxiliares que llevaron más inconvenientes y, como corolario de la vergüenza, la rotura de distintos elementos del vestuario visitante. Un triste episodio que seguramente dejará mucha tela para cortar durante los próximos días.