San Telmo
San Telmo de mi vida, 60 años junto al Candombero
Salió a la luz el libro "San Telmo de mi vida". El autor, Franco Aprea, recorre sus 60 años siguiendo al Candombero a todos lados. (Foto: Imborrable Telmo)
Por Fernando Prieto
Franco Aprea es de esos hinchas que están siempre. Y cuando se dice siempre, es siempre. En la pequeña tribuna de madera del Osvaldo Baletto, al costado de la platea, con el arco que tiene a sus espaldas al célebre puente de la Boca casi en línea recta, dice presente en cada partido de San Telmo. Y si uno afina el ojo también lo puede encontrar entre los allegados cada vez que el Candombero juega de visitante. Con pandemia, sin pandemia, a puertas cerradas o con dos hinchadas, los caminos de Francisco y de San Telmo se cruzaron hace 60 años, y ya están inmortalizados en la hojas de “San Telmo de mi vida, taquitos y rabonas de un sentimiento azul y celeste”, el libro que acaba de editar.
En una entrevista con Revista Ascenso, el autor cuenta todo sobre su obra. Para conocer, disfrutar, y por qué no, para que otros hinchas también se animen a compartir sus historias siguiendo al club de sus amores.
- ¿Cómo surgió la idea de llevar esta historia a un libro?
- Desde mi adolescencia tengo inclinación por retratar hechos y personajes. Y el fútbol, de la forma cómo lo viví y lo siento, se convirtió en una musa inspiradora muy particular. Cuando algo me llamaba la atención o salía de lo normal, tomaba apuntes y, cuando podía, lo desarrollaba. Así fui acumulando escritos y escritos.
En el 2001, se me ocurrió que podía editar un libro con parte de esos relatos, aprovechando que el 23 de diciembre iba a cumplir 40 años de mi primer partido con San Telmo. Y no lo pude llevar a cabo. La misma frustración viví en 2011 con la intención de festejar los 50 años de ese primer partido.
Y como la tercera es la vencida, recordé un proverbio chino que dice: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora”. Y ahí no más, en marzo de 2020, me puse a compilar las narraciones que más me gustaban.
- Si bien la historia tiene al club como eje central, ¿qué rol juega el barrio en el libro?
- El barrio es fundamental en el libro. Como no tuve ni tengo fines comerciales para sacarlo a la calle, y tiene un contenido en gran parte autorreferencial, en la primera parte del libro intenté retratar cómo era el barrio y la vida de la época en la que comencé a seguir a San Telmo.
- ¿Cómo abordaste la investigación sobre el polémico descenso en Primera?
Los malos arbitrajes y la cantidad inusual de hechos extraños (obviamente, en contra de San Telmo) de aquel año me dejaron una espina clavada. En algún momento (diría hace 10 o 15 años) se me ocurrió comenzar a buscar en las hemerotecas disponibles en CABA noticias de los acontecimientos futbolísticos de 1976. Yo tenía un recuerdo imborrable de los momentos críticos así que le apunté directamente a buscar antecedentes periodísticos de esos partidos. Eran las evidencias que necesitaba para diferenciar la investigación del mero lamento.
-¿Qué te dijeron tus compañeros de tribuna cuando les comentaste sobre la idea de escribir un libro?
La verdad es que no le comenté a muchos esta idea. Ya me había frustrado dos veces y no quería que me tomaran como un mitómano o algo parecido. Me alentaron mucho mis hijos Frankie y Pato, en lo familiar. Y también Enrique Castagniaro (Soydetelmo.com) y Adrián Bevilacqua (ImborrableTelmo.blog).
- Estamos acostumbrados a leer historias de clubes en la pluma de periodistas. ¿Crees que abordar las historias y vivencias de un club desde el tablón genera más identificación con el hincha?
- No lo dudo. En especial, cuando quienes son los personajes centrales de tales historias son los propios hinchas y el medio en el que se mueven.
- Imagino que hay anécdotas que por distintas razones quedaron afuera del libro, ¿te animas a contar alguna?
- Hace más de 10 años, estaba invitado a un casamiento al que no podía faltar pero que coincidía con un partido en el que San Telmo jugaba de local en la cancha de El Porvenir, un viernes a la noche, con la curiosa resolución de AFA y del ente de Seguridad de que el público de San Telmo no podía ingresar a la cancha y el visitante, en este caso, los hinchas de Los Andes, sí.
Como yo no me quería perder el partido, llevé a mi madre y a una amiga a la ceremonia religiosa en Barrio Norte y luego al salón de fiestas frente al Abasto Shopping. Las dejé en la mesa que nos habían asignado y salí apurado para Gerli.
Llegado al estadio, un agente de seguridad apostado en la entrada a la cancha, primero me impidió pasar y después de mis ruegos se apiadó de mi y me permitió ingresar. Creo que el impecable traje y la corbata que vestía me ayudaron mucho a redondear la imagen de un “dirigente”.
Esa noche San Telmo ganó 2 a 1 y al finalizar el encuentro “volé” para el salón de fiestas. Al llegar, el padre de la novel esposa, que ya sabía de mi “desaparición transitoria” no me recibió con buena cara y me reprochó lo que acababa de hacer. Yo lo acepté sin oponer resistencia (porque no quería a empañar la alegría que traía desde Gerli), aunque le retruqué: “si yo fui a ver a San Telmo el día siguiente de mi casamiento (en aquella época, en la década del 70, era una locura, una extravagancia), ¿por qué habría de faltar al partido hoy?”.
- ¿Le recomendarías el libro a un futbolero que no es hincha de San Telmo?
- Humildemente, me parece que lo recomendaría. Y lo creo así porque quienes compartimos la pasión por el fútbol, en especial el del Ascenso, tenemos muchísimas cosas y comportamientos en común. Por esa razón, es posible, que muchos hinchas puedan sentirse identificados con una buena parte de los relatos. Porque nuestros sentimientos y emociones son los mismos; sólo nos diferenciamos por los colores del club al que pertenecemos.
Aun con esta apreciación, me gustaría que no se perdiera de vista que comencé a escribir para mí; que después publiqué para mi círculo íntimo (familia y amigos) sin tener ningún fin comercial o de lucro. Y que, recién más tarde, se engancharon otros hinchas de San Telmo que encargaron el libro en una actitud que no dejo de agradecer. Me tuvieron confianza ciega porque ninguno de conocía su contenido, ni siquiera su índice.
- ¿Sentís el libro como un legado para tus hijos?
- Obvio que sí. Ellos sienten a San Telmo tanto como yo. La primera vez que llevé a Frankie a la cancha fue a los tres meses de vida. A Pato, fue a los once meses. Desde muy chicos me acompañaron a todos lados. Y no lo digo como eufemismo. Porque fuimos a todos lados y tuvimos rachas de hasta cinco años sin perdernos un partido.
Y si alguien duda de ese legado, una pequeña muestra: Frankie se vino desde Praga a ver la final con All Boys (en junio de 2019, aunque se tuvo que volver a esa ciudad sin poder verlo, porque el partido fue suspendido para cuatro días después por las malas condiciones climáticas y mi hijo no pudo cambiar su pasaje). Pato en todas las pruebas atléticas o maratones que participa, sea en el país o en el exterior, corre con el atuendo (y los colores) Y lo creo así porque quienes compartimos la pasión por el fútbol, en especial el del ascenso, tenemos muchísimas cosas y comportamientos en común. Por esa razón, es posible, que muchos hinchas pueden sentirse identificados con una buena parte de los relatos. Porque nuestros sentimientos y emociones son los mismos; sólo nos diferenciamos por los colores del club al que pertenecemos.
- ¿Qué es San Telmo para vos?
La representación de mis raíces, una parte de mi identidad, una muestra de pertenencia, el ejercicio de un dogma. Y específicamente en lo que se refiere al Club San Telmo, suelo decir que seguir a mi equipo de fútbol me permitió seguir comunicado o viéndome con mis hijos, en una edad en la que ellos hace rato que están emancipados y, por ende, no tendrían o podrían llevarme el apunte.
* Para los interesados, el libro, que ya va por su segunda edición, se puede conseguir escribiendo a faprea3108@gmail.com o bien enviando MD al Insagram santelmodemivida .