LA CLAVE: Dentro de lo que se rompió el partido y lo que se pudo observar en los 90 minutos, quizás Dálmine en el balance había sido un poco más por el primer tiempo. El final fue de palo y palo porque los dos estaban teniendo para ganarlo.

VILLA DÁLMINE: De entrada fue más y se lo sacaron a Sangiovani en la línea. Acto seguido Haberkorn fue abajo ante Alvarez y Carreras cobró al revés. Molina puso el 1 a 0 y ahí nomás Olguín, de gran partido, le puso una pelota hermosa a Nouet para el 2 a 0. Cometió errores atrás que no le permitieron disfrutar de la ventaja y para la media hora ya le habían empatado, incluyendo otro penal tan impresentable como el anterior que "supuestamente" fue agarrón de Moreyra. El 3 a 2 también le duró poco y por eso no supo aprovechar su hilo de superioridad. El segundo tiempo, lógicamente, no iba a tener la misma identidad. Pero en el final Dálmine a su manera lo fue a buscar. Lo tuvo Federico Martínez, hasta que llegó esa épica pelota perdida a 30 metros del arco que Camisassa clavó a media altura contra el segundo palo de un Taborda estático. Triunfo para tomar aire, distanciarse del último y empezar a pelear por la salvación de lleno.

NUEVA CHICAGO: Un compendio de errores defensivos, una línea que había encontrado la solidez hasta el fatídico clásico con All Boys, ahora se desarmó por completo. Del medio para adelante no estuvo mal, es más fue oportuno con buenas labores de Charpentier, Guerra y José Luis Fernández. Así se llevó el insólito 3 a 3 al descanso y en el final, al igual que su rival, propició algunas para ganarlo pero Sosa lo sacó ante Maziero y, en un momento que ya era para bajar la cortina, apareció el gol mencionado que desde lo anímico es criminal. Se fue Grelak y no puede errar más porque tiene el descenso a cuatro puntos y aún no quedó libre restando doce fechas.