LA CLAVE: La eficacia absoluta del equipo rosarino: Dos llegadas, dos goles. Ni más ni menos.

DEFENSORES DE CAMBACERES: A sus ansias de protagonismo no le pudo agregar prolijidad. Por eso cayó en apuros que le costaron caro y también en errores muy alarmantes en los pases. Para peor, quedó 0-1 y así se fue al descanso. Alvaro Pereira modificó con los cambios, quizás meramente posicionales pero que le dieron otro protagonismo al Rojo. Fue inclinando el campo, aún carente de profundidad y solidez, hasta que Berterretche una vez más se vistió de goleador y cabeceó para el empate. Estaba para Camba, pero un mal despeje de Radduso derivó en carambola y tanto rival. Y de ahí al final, más de lo mismo. Intentos sí, pero claridad en absoluto. Quedó condicionado de cara al futuro, porque en el Apertura ya vio lo que le pasó por ceder puntos de entrada.

ARGENTINO (Rosario): Lo primero que se sabía es que una derrota casi lo hubiera dejado sin chances de ascenso, por eso salió a plantear un partido de igual a igual, pero pensado de atrás hacia adelante. El Sala no pensaba en regalarse, cumplía esa parte, pero le faltaba engancharse en el partido más a Peñaloza y a los puntas. Así y todo, de una pelota quieta encontró el 1 a 0 cuando el encuentro estaba planchadísimo. En el segundo tiempo lo forzaron a ceder protagonismo, aunque paradójicamente, por ejemplo Peñaloza se amigó un poco más con la pelota. Le empataron, pero los cambios le hicieron bien y el optimismo de Juan Ignacio Suárez para embarullar a la defensa en una pelota casi perdida, derivó en ese rebote que le cayó al goleador Príncipe. Ganaron los rosarinos que todavía creen en pelear.