Terminó con la sequía frente al arco rival y poco más. Alvarado funcionó con intermitencias en el primer tiempo y fue superado nítidamente en el complemento por un Gimnasia de Mendoza más armónico. El empate uno a uno, resultado final de esta pulseada por la cuarta fecha de la Zona A de la Primera Nacional, fue demasiado premio para el equipo marplatense.

Ráfagas interesantes y largos lapsos de oscuridad e imprecisiones. Alvarado se encendió sólo por momentos en la primera parte. En otros, provocó el fastidio del propio César Vigevani, quien movía los brazos ampulosamente al costado de la cancha cada vez que sus jugadores tocaban hacia atrás.

Los toques de calidad de José Luis Fernández, las corridas electrizantes de Guido Vadalá -con licencia para moverse por cualquier parte-, intervenciones correctas del debutante Albertengo y más voluntad que otra cosa se apreció en el conjunto local.

Del otro lado, más o menos lo mismo. Más intenciones que concreciones. Y las entregas punzantes de Santiago López García para activar al resto.

Los primeros veinte minutos fueron descartables. Nada ocurría cuando José Luis Fernández se encendió en un córner a favor desde la derecha. Buscó por bajo a Barbieri, recibió la descarga y sacó un zurdazo precioso desde el costado del área que se metió arriba, en el segundo palo de Olivera, pegado al travesaño.

Alvarado insinuó más en los minutos posteriores al gol. Nadalín, a los 23’, evitó un tanto de Albertengo con un cruce providencial. Pero hacia la media hora se desdibujó y Gimnasia creció a partir de algunos errores locales en el manejo de la pelota en campo propio. No llegaba a fondo el equipo mendocino. Pero a los 40’ López García capturó un rechazo corto y sacó un derechazo de media distancia que describió una rara trayectoria y sorprendió a Lungarzo. No era ilógico el empate en el entretiempo.

En el segundo, más allá del empuje con el que salió el elenco local, pasados los diez minutos el dominio de los mendocinos fue ostensible. Más corto dispuesto en la cancha, Gimnasia ocupó mejor los espacios y llegó con peligro. Robledo se multiplicó con cruces salvadores para cortar situaciones de zozobra y Lungarzo se redimió de alguna falla en el primer tiempo desviando un cabezazo de Ortiz y una “tijera” de Marchiori.

Así y todo, cuando más dominado estaba, Alvarado en una réplica tuvo la chance más clara de todas. Albertengo corrió veinte metros con pelota dominada y Olivera le ganó el mano a mano.

El aluvión de cambios entre los 25’ y los 30’ no modificó el mejor juego mendocino. Es más, con el ingreso de Gularte por Vitale, Alvarado perdió más contención todavía en el sector central. Gimnasia, siempre mejor parado, fue a buscar el triunfo en el final. Pero le faltó una pizca de profundidad. Llegó varias veces con remates de media distancia, no tuvo suficiente puntería y se quedó sin el triunfo que mereció.

Para Alvarado, inconexo casi siempre, esta vez lo mejor fue no perder.