El nacimiento de un "Roman"ce
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El nacimiento de un "Roman"ce

Ascenso 2014 siguió cada uno de los movimientos de Juan Román Riquelme y te cuenta desde sus estadísticas en el campo de juego hasta lo que generó su debut en Argentinos Juniors. (Foto: Télam)

Por Germán Balcarce (@germanbalcarce)

Fue el último en pisar el campo de juego. Fiel a su estilo, cábala mediante, lo hizo con algunos saltitos. El reloj marcaba las 16.24 cuando Riquelme ingresó al prolijo césped del estadio Diego Armando Maradona para vestir por primera vez como profesional la camiseta del Bicho. Con apenas un partido en la Reserva, en 1996, igual recibió el cariño inmediato de las 10.000 personas, quienes corearon su apellido y reunieron las palmas.

Luego de haber finalizado su contrato en Boca Juniors, Román inició una nueva etapa profesional. A los 36 años, rompió su amor anterior para tener un sábado a puro romance con la gente de Argentinos Juniors, su club hasta el 31 de diciembre de 2015, sin ninguna cláusula de rescisión. El objetivo, claro está, es lograr el ascenso a Primera División antes de tener que renovar el almanaque por completo.

Con la 10 en la espalda, de rojo y blanco, ante Boca Unidos -el morbo, en punto de ebullición-, Riquelme se sintió como en casa, como si nunca hubiera dejado La Paternal. De hecho, en un balcón de Juan Agustín García, casi Gavilán, un grupo de hinchas xeneizes le colgó una bandera: "Román 10 eterno". Pero esta vez no le hizo falta el afecto de sus ex porque en la platea, bajo techo, también hubo un trapo dedicado a él: "Romance eterno". ¿O eran hinchas de Boca?

Lo cierto es que el primer contacto de Román con el balón se dio antes de los 20 segundos, recostado por la izquierda. Enseguida, dio un pase preciso para un ataque que luego no prosperó. Sin demasiado despliegue, al punto tal de que pocas veces superó el medio en el retroceso, sufrió la marca agresiva de Matías Escobar durante los minutos iniciales. El 5 visitante le cometió dos faltas, mientras que Alexis Danelón y Matías Moisés le hicieron una.

Tras el cuarto de hora, Riquelme empezó a tener mayor intervención con la pelota, sobre todo cuando levantó la mirada para solicitar el pase siempre preciso, al pie, de Cristian Ledesma. El Lobo fue su socio principal, aunque Lucas Rodríguez y, en el complemento, Martín Zapata también supieron interpretarlo. Igual, el 10 repartió juego para todos. ¿Sus números? Dio 46 pases bien, tan sólo 6 mal, recibió 4 infracciones y perdió el balón en 6 ocasiones.

A la hora de repasar momentos de romance con la gente, no sólo hay que destacar el principio y, obviamente el cierre, sino también cuando fue a patear los tiros de esquina en el sector cercano a la calle Boyacá. Tanto en el primer tiempo como en el segundo, algunos hinchas -10, 15, 20- se acercaron rápidamente para verlo desde escasos centímetros y regalarle una palabra de aliento. Román, concentrado, únicamente respondió a los saludos antes y después del partido.

Sin embargo, el clímax llegó a su punto máximo cuando iban 26 minutos del complemento. En su único remate de la tarde, cuando el sol se había despedido, Riquelme sacó un derechazo esquina que halló una cuota de complicidad del arquero Matías Garavano, sorprendido por un pique. Golazo -o gol, según la distribución de culpas- desde afuera. Ovación, brazos en alto. No lo gritó. Todos, excepto Adrián Gabbarini, lejos de la acción, lo abrazaron. Así, justo contra un Boca, aunque de Corrientes, JRR debutó de la mejor manera en Argentinos. El nacimiento de un romance.