Por Fernando Prieto  (@ferprietoeof)

LA CLAVE: La jugada que cambió el partido: Acevedo pateó desde afuera, y con Monasterio ya vencido, la pelota reventó el palo. En la acción siguiente, llegó el tiro libre que -rebote en el poste de por medio- derivó en el gol de Laferrere. 

QUE HICIERON
SAN TELMO: Muy nervioso desde el vamos, y con Galeano cercado por completo, no tuvo mayores variantes ofensivas. Apenas un par de Ricardo Segundo, una de ellas bien resuelta por Monasterio. No pudo hacer pie en el medio, apenas el combativo Orfila sobresalió en un terreno del campo donde Lafe ejerció supremacía. Leiva aportó oxígeno por derecha, pero faltó mayor colaboración de los volantes. El gol lo llenó de ansiedad y nervios. Porque el Candombero salió a jugar el segundo tiempo con una actitud distinta, con mayor presencia en el campo visitante, decidido a ganar el partido. Y, al verse 0-1 abajo, todo eso se le vino encima. Terminó yendo como pudo, muchas veces a los ponchazos, con remates de media distancia, con centros, cada vez con las ideas menos claras, pero sumando corazón y coraje, para no darle ni una mínima a ventaja a Laferrere para que pudiera aprovechar una contra. El gol de Pizarro llegó en el momento justo, como para que pudiera aprovechar el envíon y ganarlo. Pero a partir de ahí el encuentros se hizo muy cortado, hablado, con poco tiempo de juego, y más allá de alguna situación que puso en apuros a Monasterio, llegó al final con una sensación extraña. Es que dejó ir dos chances de ascender directo, algo que parecía un hecho tras ganarle a Flandria en la Isla. Sin embargo, estuvo a sólo 10 minutos de quedarse sin nada, y quizás esto último es lo que se lleve para jugar la final el día sábado.