Por Fernando Prieto  (@ferprietoeof)

LA CLAVE: Los dos "10". En Sosa y en Boaglio estuvieron los argumentos de cada equipo a la hora de atacar. Justamente la razón del empate es que ninguno contó con un socio acorde como para marcar la diferencia.

QUE HICIERON
SAN MARTÍN: Estuvo dos veces en ventaja, y en ambas no le duró más de cinco minutos. Por el contrario, cuando tuvo que remar de atrás, le costó muchísimo generar situaciones, y en consecuencia, llegar al empate. Dentro de un mediocampo de tránsito ligero para ambos, lidió con una defensa desatenta en todo momento, a la cual la complicaron cada vez que la requirieron. En ataque la historia fue otra. Liderado por un Sosa imparable, Sanma tuvo movilidad y variantes cada vez que pisó el área de Cañuelas. Cuando parecía que se iba al descanso en ganancia, le empataron en el final, y en el inicio del complemento se lo dieron vuelta. Psicológicamente sintió el golpe. Ferlauto  movió el banco, pero los relevos no cambiaron demasiado la historia. Es que San Martín tenía la pelota, pero con un Tambero replegado, le costaba errores romper esa última línea del Rojo. Sobre el final, apareció el talento (y el corazón) de Sosa para empatar el partido. Pudo ganarlo en el descuento, cuando tuvo la claridad que no había tenido en todo el segundo tiempo. Le quedó sabor a poco, más allá del empate agónico.

CAÑUELAS: Cada vez que quiso, pudo. Por eso, cuesta entender como tras el 3-2 de Boaglio, prácticamente renunció a atacar, esperando en su campo y dejando a su número 10 muy aislado del resto del equipo. Su mayor mérito fue recomponerse inmediatamente de los dos goles primeros de San Martín. Primero con una muy buena definición de Morey y luego con un excelente cabezazo de Ángel López, Cañuelas emparejó el marcador. Y no fue producto de la casualidad, sino del atinado juego del Tambero: con pelota al piso y utilizando todo el ancho de la cancha. En la primera que tuvo en el complemento, facturó. E increiblemente ya no volvió a atacar. Juntó sus líneas, aguantó cuando Sanma apretó e hizo pasar los minutos cuando su rival no lo exigía. El empate final fue el castigo para un equipo que tuvo todo para ganarlo, pero no se animó a cerrarlo cuando la endeblez defensiva de su rival le daba esa posibilidad.

EL PANTALLAZO
En el momento de comenzar el partido el clima era desolador. Con las dos barras afuera, y con una merma en la concurrencia por el lunes laborable, apenas aplausos para recibir al equipo. No hubo cánticos hasta que entró la facción de Arzeno, que con 12 banderas de palo comenzó a alentar con "Cuando era chico mi viejo siempre decía que Sanma era una pasión, que Sanma era una alegría/ ahora de grande lo sigo a todos lados, siempre voy de la cabeza, siempre voy descontrolado...". También al ritmo del bombo, un rato después ingresó la barra de "El Gaucho" con cinco sombrillas. Ambas hinchadas alentaron toda la tarde, aunque por lo general fueron tapadas por la percusión propia. Buen colorido en la tarde, con 22 trapos como "Betharram" y "Los pibes de Manzanares". En el complemento, la barra de "El Gaucho" sacó el telón. En el final, y aunque la sensación fue de disconformismo, aplaudieron al equipo. De Cañuelas, una veintena. También muy poblada la "platea", con varios jugadores que no fueron de la partida y periodistas de distintos medios.