Por Víctor Álvarez

LA CLAVE: La superioridad de principio a fin que ejerció Patronato por sobre un rival tibio, timorato y que especuló siempre con la ventaja conseguida en Tandil. Requena llevó a Santa a los penales, pero ahí el que se lució fue Bértoli y los de Delfino son de Primera.

QUE HICIERON
PATRONATO: Desde el minuto cero supo cómo y por donde lo debía ganar. Quizás en exceso, pero los centros para la cabeza de Matías Quiroga fueron su arma más recurrente. Sin embargo, el "9" estuvo errático y Requena empezó a convertirse en figura. Por momentos bajaba la intensidad y en otras ocasiones era preso de sus propios nervios, pero siempre llevó el peso del partido. El comienzo del complemento no varió demasiado la tónica del encuentro. Con Patronato más adelantado, los minutos corrían con un conjunto visitante decidido a bancar la parada en su campo. Pero un golazo de tiro libre de Garrido acentuó las tendencias de uno y otro. Patronato volvió a apostar a los centros y los de Coleoni a aguantar hasta donde pudieran. El cabezazo de Minetti puso el 2-0 y la relativa tranquilidad para el Negro. A partir de ahí los de Delfino fueron por el tercero pero volvieron a chocar con Requena. Desde los doce pasos, el gran símbolo de Patronato, Sebastián Bértoli, atajó el decisivo desatando todo el delirio y la alegría en el Bartolomé Grella. Premio merecido para un club que llegó al Nacional B en 2010 venciendo en la final al mismo rival de esta noche y que terminó ascendiendo en el único torneo que peleó de lleno, en un mano a mano que perdió con Atlético Tucumán, pero supo rehacerse en el Reducido desde la adversidad, tanto en la semifinal con Instituto (empezó perdiendo en Paraná) como en esta final, en la que remontó dos goles en contra para terminar dándole la plaza en Primera a su ciudad.

SANTAMARINA: Especuló y lo pagó muy caro. Se recostó demasiado en los dos goles conseguidos en la ida y no supo dar el golpe de timón en el momento necesario. Arrancó muy atrás y con la defensa dando todas las ventajas posibles. No podía hacer pie en el medio ni cubrir bien los costados. Apenas la impericia del local para definir y las manos de Requena lograban mantener el resultado. Tras el primer gol de Patronato, Coleoni mandó a la cancha a Curuchet, que complicó con un par de corridas. Pero nunca cambió la postura: defender el resultado en su arco. El gol de Minetti lo hizo reaccionar. Ahí tuvo la más clara con un cabezazo de Michel que contuvo muy bien Bértoli. Sostenido en Requena llegó a los penales, donde Gáspari falló tras once remates convertidos.

EL PANTALLAZO